domingo, 21 de diciembre de 2008

El pensamiento LATERAL



“La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre”

Albert Eistein


Para predisponer su mente (además de su cuerpo y de su espíritu) a las reflexiones que efectuaremos acerca del pensamiento lateral, vamos a realizar una experiencia vivencial de aproximación.

Por favor, piense en un chiste que le haya parecido especialmente gracioso.

Auto-cuénteselo.

Sonría.

O ría a carcajadas (hemos quedado en que el chiste tenía que ser especialmente bueno).

Fin de la experiencia vivencial.

Nuestra aportación a su vivencia:

“Arnold Schwarzenegger lucha contra Sylvester Stallone ¿Quién es malo?”

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¡Pues el chiste!

(Esperemos que el suyo haya sido mejor).

Efectivamente, el humor es una de las fuentes más interesantes para desarrollar el pensamiento lateral (y para vivir). Siempre que contamos un chiste, nuestras palabras evocan un escenario que suele ser completado en una dirección habitual y prototípica (de forma inconsciente y automática) por aquel que está escuchando. Sin embargo, en alguna parte de la narración (en una parte estratégica, si es un buen chiste), el escenario imaginado resultará incompatible con cierta información específica que acontecerá en el desarrollo de la historia. Este hecho, obligará a reinterpretar los supuestos contextuales y a construir un nuevo significado de lo que está sucediendo. Ese contraste, ese cambio de paradigma, nos sorprende y nos hace emerger la risa.

La idea de cambiar de contexto, de escenario o de paradigma, es lo que caracteriza al pensamiento lateral. Mientras que el pensamiento analítico (rebautizado y ampliado como ANLICO) omite el escenario, y se pone a resolver; el pensamiento lateral (también llamado perspicaz o paralelo) tiene mucho cuidado en dar con el escenario adecuado antes de lanzarse a solucionar.

Podríamos decir que el pensamiento lateral no se deja secuestrar (o, al menos, se resiste a ser secuestrado), intenta hacer conscientes los supuestos, plantea enfoques no automáticos y no convencionales, y profundiza en la trascendencia y en la implicación de la información descrita y de la información implícita.

Como dice Ramachandran, y como ya hicimos mención en posts anteriores, es justo el hemisferio dominante (el izquierdo, en la mayoría de las personas) el que construye patrones de cómo funciona la realidad. Cuando se procesa una “no conformidad” con esos patrones, es justo ese hemisferio, el encargado de justificar el porqué de la anormalidad, para no tener que abordar una reconversión del patrón establecido (cambia la realidad, en vez de cambiar el modelo mental). Tiene que ser el hemisferio no dominante (el derecho, en la mayoría de la población), el que envíe señales de advertencia al dominante, para que este último se decida a cambiar sus patrones. Si la cosa se deja en manos del hemisferio dominante, lo más normal es que, éste, apoyado en el lenguaje (prototípicamente analítico), en vez de cambiar, acabe urdiendo algún tipo de mecanismo de defensa para auto-justificarse: ya sean negaciones, racionalizaciones o proyecciones.

La tipología de problemas que exigen la utilización del pensamiento lateral, son los llamados, en ciencia cognitiva, problemas de insight (o de resolución súbita). Es decir, problemas cuya solución emerge de forma espontánea.

Este tipo de problemas, son aquellos que, acudiendo a las estrategias habituales (es decir, a las secuestradas por el pensamiento ANLICO), son imposibles de resolver: creemos que nos faltan datos, el escenario nos parece imposible, lo que se nos pregunta no concuerda con nuestra lógica formal, etcétera. Sin embargo, de repente, una vez que se ha desbloqueado el elemento que genera el secuestro, somos capaces de ver la solución (o la estrategia para llegar a ella) de inmediato.

A éstos, también se les ha denominado problemas tipo “Eureka”; o tipo “cáspita” si la iluminación le sucede a una persona muy fina; o problemas del tipo “Qué piiiiiiip que soy”, atendiendo a una de las expresiones más característicamente prototípica entre los solucionadores súbitos (las dos últimas categorías, todavía están pendientes de homologación).

En definitiva, podríamos argumentar que el pensamiento lateral es justo la alternativa natural al pensamiento ANLICO; es decir, la alternativa al pensamiento que empleamos, por defecto, de forma habitual y rutinaria, para resolver problemas y para tomar decisiones. Sin embargo, muy frecuentemente, solemos tener significativas dificultades en la utilización del pensamiento lateral. Ello es debido a que los automatismos que hemos entrenado (deformado) desde la infancia, nos impiden o nos limitan su puesta en acción.

El pensamiento lateral, perspicaz o paralelo, puede estar orientado a construir escenarios novedosos y alternativos, relacionados con la creatividad, u orientarse específicamente a plantear y a resolver un problema determinado, definiendo el escenario pertinente y ejecutando el proceso resolutivo apropiado. De una forma u otra, su utilización exige, imprescindiblemente, un procesamiento liberado de secuestros inducidos, y un salto cualitativo en la definición y en la ejecución de las estrategias de planteamiento y de resolución utilizadas.

Necesitaremos, pues, utilizar el pensamiento lateral para abordar, plantear y solucionar aquellos problemas que exijan la puesta en marcha de estrategias o planteamientos alternativos, más allá del análisis o de la lógica formal, de la linealidad y de la convergencia. Problemas ubicados en un contexto, escenario, entorno o paradigma, que demande algún tipo de salto o de visión no convencional para resolverlos.

Veamos, a continuación, un detallado listado, contrapuesto al enunciado para el pensamiento ANLICO, que enumera y describe las características más relevantes y definitorias del pensamiento lateral:

· Se preocupa tanto del planteamiento como de la resolución. No se centra exclusivamente en la respuesta.

· Intenta no poner en marcha, de forma inmediata, patrones automatizados. Suele estar muy alerta para impedir o mitigar las deformaciones e interferencias producidas por los modelos mentales y los estereotipos cognitivos.

· Procura no prejuzgar ni preestablecer escenarios por defecto. Contempla, analiza y valora las diferentes implicaciones que puede generar una alternativa en el planteamiento. Suele estar atento a las limitaciones en los procesos cognitivos para la resolución, e intenta aprender de los errores.

· Tiende a contener la precipitación, la impaciencia y la urgencia. Sólo empieza a converger después de haber escrutado las posibles divergencias significativas (el planteamiento de miradas alternativas es una de sus características fundamentales).

· Nunca se desencadena de forma reactiva o rutinaria. Se interesa por los matices e intenta establecer claramente las características basales del escenario, del entorno o del paradigma en el que tiene que actuar.

· Lucha para no ser secuestrado por patrones culturales interiorizados y automatizados durante décadas a lo largo de nuestras vidas.

· Procura no presuponer de forma injustificada, e intenta no realizar traslaciones y/o generalizaciones inconsistentes o no contrastadas.

· Tiende a percibir los enunciados novedosos y/o alternativos como “oportunidades” para mejorar en los mecanismos de resolución.

· Su forma de funcionar no se reduce a mecanismos puramente “Cartesianos” o “Newtonianos”: tiende a buscar nuevos enfoques, procedimientos y explicaciones (no se centra, exclusivamente, en aquella parte de la realidad que puede controlar y representar).

· Actúa de forma secuencial, divergente, paralela, aleatoria o global, según convenga. No tiende a dividir el problema en partes de forma automática, y se muestra interesado tanto en las peculiaridades específicas de los árboles como en las características genéricas del bosque.

· Tiende a cambiar de estrategia de forma rápida y eficaz cuando es necesario. Procura superar los prejuicios que atenazan abordajes alternativos, replanteando, hasta donde convenga, la secuencia resolutiva.

· Suele estar emparentado con procesos sutiles que también encontramos en la paradoja, la metáfora, la ironía y el humor. Por ejemplo, en el caso de este último, apuntar a un escenario (que se establece por defecto debido a la generación automática de modelos mentales), para, aprovechando algún tipo de giro (normalmente basado en la poli-utilización contextual del significado de algunas palabras, expresiones o conceptos), acabar resolviendo en otro escenario, diferente del primero, pero cercano y relacionado con el mismo.

· Es un tipo de pensamiento intencional mucho menos establecido, entrenado, exigido, o utilizado, que el analítico. Sin embargo, es crucial para resolver problemas que presentan dificultades alternativas, más allá de la aplicación rutinaria de secuencias lógicas o matemáticas. Exige cierto nivel de perspicacia cognitiva y un salto creativo e innovador en algún momento del proceso resolutivo.


Le proponemos dos problemas de pensamiento lateral, a ver cómo anda su capacidad de resolución:

“Soy la redondez de la vida,
sin mí no puede haber Dios,
Papas y Cardenales sí,
pero Obispos no.”
¿Quién soy?

[Si su respuesta es una vocal con forma redondeada, su respuesta es incorrecta]

Una suma que tiene sólo tres cifras, y que las tres son iguales, da como resultado 60. Si el número repetido es inferior a 20, ¿cuál es ese número?

Para completar el post, adjunto un anuncio cuya construcción narrativa gira en torno al cambio del escenario esperado, en la línea de lo descrito anteriormente.


1 comentario:

MarVic.Palabra. dijo...

Me ha gustado mucho encontrarte¡¡¡

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