miércoles, 10 de diciembre de 2008

El pensamiento ANLICO


“Redúzcase un fenómeno a partes cada vez más simples, hasta las que admiten ecuaciones de solución exacta y única (lineales), y recompóngase luego por suma. Lo aislado o desatado se ha hecho más calculable, pero guarda tanta relación con el fenómeno original, como un animal vivo y otro disecado.”
Antonio Escohotado.

El denominado habitualmente pensamiento analítico, es el tipo de pensamiento que más utilizamos para plantear y resolver problemas y para tomar decisiones. Podríamos describirlo como nuestro pensamiento por defecto. Hemos sido entrenados, desde nuestra infancia, para automatizar e hipertrofiar sus principios, sus mecanismos y sus procedimientos; los cuales, utilizamos de forma constante y automática. Esa hiper-utilización de este tipo de pensamiento, que nos sirve de gran ayuda, en innumerables ocasiones, también nos produce, a su vez, efectos no deseados, que pueden llegan a representar más inconvenientes que ventajas.
Quizás, lo primero que tendríamos que hacer, para entender profundamente los mecanismos de funcionamiento y las posibles implicaciones negativas del pensamiento analítico, es cambiarle el nombre. Los procesos de análisis, que dan origen a su denominación, son sólo una de sus características fundamentales, habiendo otras, de un rango equivalente, que también deberían estar presentes en su nomenclatura. Por eso, yo hablo del pensamiento ANLICO, denominación construida a partir de las dos primeras letras de cada una de sus tres características basales: Analítico, Lineal y Convergente. Describamos cada una de esas tres características y el alcance de sus interacciones, para aproximarnos a la compresión global de esta (rebautizada) tipología de pensamiento.

Analítico:

Evidentemente, el pensamiento ANLICO, es, fundamentalmente analítico. Se centra en las partes antes que en el todo; disgrega, intentando entender el significado específico de cada uno de los aspectos parciales; se interesa mucho más por los elementos que por las relaciones; y equipara la explicación del todo, a la agregación, por suma, de la explicación de cada una de las partes.

Lineal:

Además, el pensamiento ANLICO también es sustancialmente lineal. Sigue una secuencia establecida, no genera saltos cualitativos, no obvia ni altera pasos del proceso, y utiliza estrategias de acceso incremental para acercarse a la solución.

Convergente:

Finalmente, el pensamiento ANLICO también es un pensamiento convergente. Es decir, un pensamiento orientado a la solución; poco interesado por los aspectos relacionados con el planteamiento; no indagador de escenarios alternativos; y excesivamente orientado a operar, a calcular y a aplicar.
El continuo contacto con el pensamiento ANLICO, y la continua utilización del mismo para resolver problemas, crea ciertos automatismos inconscientes, ligados a sus características basales, que acaban generando severos inconvenientes en la implementación de las estrategias y de los procesos resolutivos que utilizamos al afrontar los problemas. Veamos, a continuación, una amplia enumeración de las cuestiones fundamentales que lo definen y de los inconvenientes más sobresalientes que su aplicación automática genera:

· Muestra excesiva preocupación por las respuestas (mucho más que por el planteamiento de los problemas).

· Obedece a patrones automatizados y fuertemente establecidos (modelos mentales o estereotipos cognitivos).

· Procesa las cuestiones que intenta resolver ajustando los enunciados a los escenarios prejuzgados por defecto. Incluso, antes que ver la ineficiencia o el error como déficits propios, suele achacar sus fallos a la forma en la que están expresados los problemas.

· Tiende a actuar con precipitación, impaciencia y urgencia. Necesita converger rápidamente para hallar la solución y se olvida sistemáticamente de divergir (no se plantea ni segundas miradas ni percepciones alternativas).

· Se desencadena de forma reactiva, sin profundizar demasiado en los matices, detalles, o características del escenario, entorno o paradigma en el que tiene que actuar.

· Obedece a patrones culturales interiorizados y automatizados durante décadas a lo largo de nuestras vidas, contra los que es especialmente difícil luchar.

· Efectúa suposiciones (muchas veces injustificadas) para cerrar o establecer un escenario que le permita operar: sin esas suposiciones no puede utilizar ni el análisis ni la lógica.

· Suele percibir como “trampas” los enunciados que no se ajustan a su funcionamiento.

· Es “Cartesiano” y “Newtoniano”: se centra en aquella parte de la realidad que puede controlar y representar, olvidando (cuando no rechazando intensa y obstinadamente) explicaciones alternativas.

· Actúa de forma secuencial, dividiendo el problema en partes para atacarlo (lo cual debilita el sentido de globalidad). Profundiza en el detalle de cada árbol y suele olvidarse del bosque.

· A veces, su puesta en marcha actúa como un “imán de la muerte”: no está claro que su operatoria sea la adecuada para resolver (incluso pueden existir evidencias palmarias de que no servirá en absoluto), pero ejerce una inexplicable e intensa atracción que impide descartar o replantear su utilización.

· Es, ciertamente, el tipo de pensamiento más establecido, más entrenado, más exigido, más utilizado, y posiblemente, el que más nos ayuda a resolver. Por eso, ha acabado siendo “el pensamiento por defecto”, e incluso, para algunas personas, “el pensamiento único”. Suele ser el que genera los mayores errores cuando se aplica en el escenario inadecuado, el que nos impide analizar el entorno para determinar la estrategia cognitiva correcta, y el que nos impele a culpar al enunciado del problema antes que a replantear nuestra modalidad de pensamiento.

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