lunes, 18 de mayo de 2009
Para salir de la crisis, permanecer en ella
Dedico este post a sentipensar acerca de la propuesta que se realiza desde la wokaeuskadi09.
La cosa va de aportar puntos de vista al respecto de la siguiente pregunta:
Queremos salir cuanto antes de esta crisis, y hacerlo con mejor preparación para superar los cambios que vivimos. ¿Qué medidas concretas propones para encarar esta transformación?
A mi esa afirmación/pregunta me produce desazón.
El querer salir cuanto antes de la crisis es la mejor manera de permanecer dramáticamente en ella.
Cuando entramos en un quiebre, la inquietud que éste nos produce nos impele a huir, a evadirnos de lo que nos provoca insatisfacción, a poner en marcha mecanismos evitativos del dolor que sentimos.
Justo esa huida, esa necesidad imperiosa de cambiar de estado, es la que nos ata a la imposibilidad de superar, en lo profundo, lo que estamos vivenciando.
Si, como cada vez más gente se atreve a decir, esta crisis económica es una crisis de conciencia, una crisis de valores, de colapso del sistema imperante; la mejor forma de no salir de ella es, improvisar, cuanto antes, parche-medidas concretas (como hacen, por cierto, la mayoría de los poderes políticos, financieros y económicos).
Es dramático asistir al lamentable espectáculo de ver cómo los magnates del sistema, en cualquiera de sus acepciones de poder, antes que enfrentar con valentía, profundidad y rigor, la sanación del determinante e interdependiente mal que nos aqueja, se dedican a insuflar confianza (sic) para la pronta recuperación de un enfermo, en fase terminal, conectado a un respirador artificial.
Eso que nos proponen son migajas de pan para hoy y monumentales, generalizadas e insufribles cantidades de hambre para mañana.
Por tanto, mi primera y fundamental medida concreta, ante la crisis, es no pretender, de cualquier manera, salir cuanto antes de ella.
Hay que permanecer.
Hay que transitar.
Hay que enfrentar el dolor que ese tránsito nos produce.
Para aprender.
Para poder, en ese tránsito, dejar que los orígenes del mal se manifiesten y poder así abordar, desde lo esencial, las causas basales de lo que está sucediendo.
Hay que transformar el dolor del tránsito en dolor fértil, para evitar el sufrimiento.
Como tantas veces nos enseña la sabiduría sistémica, hay que abordar, con valentía y determinación, el contraintuitivo principio de permanecer en la crisis, para salir de ella.
La cosa va de aportar puntos de vista al respecto de la siguiente pregunta:
Queremos salir cuanto antes de esta crisis, y hacerlo con mejor preparación para superar los cambios que vivimos. ¿Qué medidas concretas propones para encarar esta transformación?
A mi esa afirmación/pregunta me produce desazón.
El querer salir cuanto antes de la crisis es la mejor manera de permanecer dramáticamente en ella.
Cuando entramos en un quiebre, la inquietud que éste nos produce nos impele a huir, a evadirnos de lo que nos provoca insatisfacción, a poner en marcha mecanismos evitativos del dolor que sentimos.
Justo esa huida, esa necesidad imperiosa de cambiar de estado, es la que nos ata a la imposibilidad de superar, en lo profundo, lo que estamos vivenciando.
Si, como cada vez más gente se atreve a decir, esta crisis económica es una crisis de conciencia, una crisis de valores, de colapso del sistema imperante; la mejor forma de no salir de ella es, improvisar, cuanto antes, parche-medidas concretas (como hacen, por cierto, la mayoría de los poderes políticos, financieros y económicos).
Es dramático asistir al lamentable espectáculo de ver cómo los magnates del sistema, en cualquiera de sus acepciones de poder, antes que enfrentar con valentía, profundidad y rigor, la sanación del determinante e interdependiente mal que nos aqueja, se dedican a insuflar confianza (sic) para la pronta recuperación de un enfermo, en fase terminal, conectado a un respirador artificial.
Eso que nos proponen son migajas de pan para hoy y monumentales, generalizadas e insufribles cantidades de hambre para mañana.
Por tanto, mi primera y fundamental medida concreta, ante la crisis, es no pretender, de cualquier manera, salir cuanto antes de ella.
Hay que permanecer.
Hay que transitar.
Hay que enfrentar el dolor que ese tránsito nos produce.
Para aprender.
Para poder, en ese tránsito, dejar que los orígenes del mal se manifiesten y poder así abordar, desde lo esencial, las causas basales de lo que está sucediendo.
Hay que transformar el dolor del tránsito en dolor fértil, para evitar el sufrimiento.
Como tantas veces nos enseña la sabiduría sistémica, hay que abordar, con valentía y determinación, el contraintuitivo principio de permanecer en la crisis, para salir de ella.
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2 comentarios:
Muy acertada reflexión.Para saber eliminar el dolor debemos saber que es lo que nos provoca el daño.
Hola Chencho,
Gracias por pasarte por aquí y por dejar tu comentario.
Versos y sonrisas para ti.
Juan.
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