“Todo lo que se ignora, se deprecia”.
Antonio Machado
Releo de Pascale, Millemann y Gioja, el libro: "El líder en tiempos de caos".
Entresaco cuatro principios basales que, desde la ciencia de la complejidad, podemos aplicar a las organizaciones como sistemas vivos.
Al releerlos, pienso en su gran fuerza, en su enorme recorrido y en sus inmensas implicaciones.
Pienso, a la vez, la ignominiosa indiferencia en la que habitan la mayoría de los principales responsables de las organizaciones, respecto a las magníficas y profundas aportaciones que las teorías del caos y la complejidad están realizando al mundo del management.
Ahí van los cuatro principios:
1.- El equilibrio es un precursor de la muerte. Cuando un sistema vivo se encuentra en un estado de equilibrio, es menos sensible a los cambios que se producen a su alrededor. Esto lo sitúa en un nivel máximo de riesgo.
2.- Ante una amenaza, o cuando se movilizan ante una oportunidad imperiosa, las cosas vivas se mueven hacia el extremo del caos. Esta condición provoca niveles más altos de mutación y experimentación y hay más probabilidades de encontrar soluciones completamente nuevas.
3.- Cuando se produce este entusiasmo, los componentes de los sistemas vivos se autoorganizan y de la agitación emergen nuevas formas y repertorios.
4.- Los sistemas vivos no pueden ser dirigidos por una senda lineal. Es inevitable que produzcan consecuencias imprevisibles. El reto radica en perturbarlos de una manera que se aproxime al resultado deseado.
Foto: Cellular Complexity, by J. David Sweatt
Las ciencias del caos y la complejidad en la práctica ;-)
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