miércoles, 29 de octubre de 2008

Coaching para la felicidad


Repasando la bandeja de salida de mi correo electrónico, rescato un intercambio de reflexiones que mantuve con mi colega Carlos Herreros acerca de un escrito suyo sobre el Coaching para la felicidad (documento que ha ido completándose y que ha acabado convirtiéndose en el libro: El directivo feliz. Diaz de Santos, Madrid 2008). Os las “copypasteo”, por si pudieran seros de utilidad. Mi gratitud y mi reconocimiento, Carlos.

Me parece muy interesante y oportuno plantear el tema de la felicidad en los procesos de coaching para directivos. De la felicidad como valor añadido, como metacompetencia sustancial para la creatividad, para el emprendimiento, para la iniciativa, para la innovación... para, en definitiva, un desempeño "exitoso" desde una perspectiva integral.

En mi constructo sobre la felicidad, me pasa como en el propio proceso hacia ella: que está regido por la oblicuidad. He encontrado muchas más cosas interesantes sobre "eso que llamamos felicidad" en autores que no utilizan ese término, antes que en autores que lo emplean como concepto basal de sus investigaciones y reflexiones.

Mi aproximación a la felicidad estaría en la línea de "la búsqueda de sentido" (Logosofía, Victor Franklin). "El hombre autorrealizado" (Habraham Maslow). "El ser humano desalienado y comprometido con la búsqueda de la autenticidad" (Gestalt, Fritz Perls, Claudio Naranjo). "La aceptación e integración de la sombra" (enfoque Junguiano)...

La felicidad (y el acompañamiento de su búsqueda) yo siento (y pienso) que tiene que ver con el camino hacia la autenticidad. No puede haber autorrealización sin autenticidad, no puede haber autenticidad sin trascendencia del ego, y no puede haber felicidad desde la identidad secuestrada.

A mí, en esto de la felicidad, me resuena la conocida cita de Deming: "nada sucede sin transformación personal". Ninguna felicidad auténtica, profunda y duradera sucede, si no transformamos (trascendemos, vaciamos) nuestro ego.

Tú hablas de la búsqueda del placer asociándola a la felicidad, hablas del hedonismo... Yo pienso (en consonancia con los autores a los que hago referencia en los párrafos anteriores) que, en realidad, la auténtica felicidad pasa, inexorablemente, por transitar el dolor. Como solía decir Fritz Perls, la neurosis se inicia con la huida del dolor. Esa huida genera mecanismos de evitación que construyen una coraza que nos aleja de nuestra autenticidad. La inmensa mayoría de búsquedas de placer que observo en las organizaciones, son, en realidad, huidas del dolor, mecanismos defensivos que nos adormecen y que nos impiden estar con lo que hay.

En mis procesos de coaching percibo montañas ingentes de “supuesta felicidad”, que no es más que coraza y mentira. Tantos y tantos mecanismos de defensa para tapar, para autoengañarse. Ya no solo la racionalización a la que tú haces referencia: también la proyección, la formación reactiva, la negación, la deflexión... Acostumbrado a construir y a facilitar procesos de desaprendizaje basados en Micromundos, los cuales exigen decisiones inspiradas por estrategias de pensamiento contraintuitivas, donde los directivos tienden a equivocarse repetida y clamorosamente, he podido observar múltiples variantes de mecanismos de evitación y de defensa, de autoengaños y de analgésicos atontadores para no admitir lo que hay: los mismos que impiden afrontar el dolor y conseguir la paz interior, justo aquellos que, a la postre, tienden a ahuyentar la felicidad.

En mi desempeño constato, cada vez más, que la organización es uno de los ámbitos en los que más se acentúa la primera noble verdad del budismo: el sufrimiento existe. Observo y siento organizaciones diseñadas como máquinas de generar neurosis. Como sistemas que condicionan conductas sesgadas por la infelicidad. Donde en vez de autorrealizarte te autodestruyes. Donde la integridad (alinear lo que piensas, con lo que sientes, con lo que dices y con lo que haces) es una quimera. Por eso, la búsqueda de la felicidad (y el acompañamiento hacia la misma) me parece cada día más crítico. Pienso, siento y vivencio, en mis procesos de coaching y de desarrollo personal y profesional, que esa felicidad auténtica solo se consigue si hay un desarrollo de la conciencia. Si esa felicidad proviene del interior, del autoconocerse, del autotrascender la pseudoidentidad, del autoaceptarse (sombra incluida). Si eres capaz de ver al otro como parte de tu yo. Si eres capaz de sentirte fusionado con el otro, sin dejar de ser tú mismo. Si eres capaz de descubrir que, en algún nivel del sistema, el otro y tú no sois distintos, y por tanto, te duele a ti si le duele al otro, y te duele a ti si le duele al mundo (como diría Maturana). Siento que la felicidad es consustancial con el abordaje y con el tránsito del dolor fértil. Ese dolor que genera aprendizaje y compasión profunda; que encamina hacia el no-apego; que previene el sufrimiento. Como dice Guillermo Borja (gran terapeuta gestáltico), ninguna huida nos dará la libertad, ningún dejar de mirar lo que hay, por poco que nos guste, nos dará la felicidad auténtica.

Además, como coachs, solo podemos acompañar esa búsqueda de la felicidad desde el aquí y ahora; desde el manejo equilibrado, sutil y unipersonal de la aceptación y de la confrontación; desde las dosis justas de acogimiento y de frustración. Desde la desarticulación decidida y honesta de la manipulación defensiva y del hedonismo conformista, egoico y huidor; desde el no-juicio; desde la no-analítica racionalidad descriptiva, desde la no-ayuda que posibilita el autodarse cuenta (aunque duela); desde el no-señalamiento de los deberías...

Para complementar el post, os incrusto el vídeo de una entrevista que le hizo Eduard Punset a Mihály Csíkszentmihályi, en el programa Redes.

domingo, 26 de octubre de 2008

A los infalibles...


Merodeando por las profundidades de mi disco duro (el duro de roer, que diría Sabina), me encuentro con un corto, delicioso y certero texto de Zenaida Bacardí, sobre los infalibles, en el que me he visto más de una vez reflejado. Lo comparto con vosotr@s, por si pudiera resultaros útil. Gracias Zenaida.

"¿Por qué te portas como si tuviera que prevalecer tu criterio? ¿Por qué te portas como si fueras infalible? ¿Por qué te portas como si fueras el único dueño de la verdad? Hay que dar alternativas, no decisiones. Dar ideas, no soluciones. Dar otra visión, pero sin llevar de la mano a los demás. Marcar el camino, sin atrapar la voluntad. Sugerir sin presionar. Aconsejar, sin obligar. Proponer, sin forzar. Advertir sin censurar. Reflexionar, sin imponer. Hay que "mostrar", pero sin quitarle al otro su derecho de escoger. Pues a cada uno le gusta realizarse por su propia voluntad y enmendar los errores por su propia experiencia. Hay que respetar la libertad de cada uno para hacer su trabajo, trazar su dirección, sembrar su tierra, adornar sus sueños, desarrollar sus facultades y terminar su obra, para ver si al final puede llenarse las manos con ella."


sábado, 25 de octubre de 2008

Propuestas para el desarrollo de la conciencia interdependiente


En ocasiones, parafraseando libremente a Fredy Kofman y a Martin Buber (foto), defino mis propuestas con las ideas que detallo a continuación y que quisiera compartir con vosotr@s. Gracias Fredy. Gracias Martin.

Este proceso autotransformador y transformacional pretende alentar a las personas a que sean más conscientes.

A que desarrollen la conciencia que transciende a la inteligencia.

A que operen, no solamente con racionalidad cognitiva, sino también con capacidad emocional, ética y transpersonal.

Pretende facilitar el aprendizaje de vivir orientándose a la conciencia, prestando atención a la totalidad de lo que ocurre y dejando que cualquier significación relevante seduzca nuestra atención, nuestro interés y nuestra acción.

Pretende invitar a que nos percatemos de las consecuencias de las decisiones que tomamos y de las acciones que emprendemos, a compararlas con nuestros valores y a realizar las adecuaciones pertinentes.

Pretende, en definitiva, difundir la necesidad de maximizar la interdependencia activa.

Tener conciencia significa considerar a los demás como referencias relevantes para decidir qué hacer.

Tener conciencia es, en última instancia, reconocer al otro como un “tú” complementario de mi “yo”, y no como un “eso”, inapreciable e indiferente para mi “ego”...


viernes, 17 de octubre de 2008

Eduardo Galeano: El sistema/1



Releo, de Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, y me topo, por ¿casualidad?, en su página 117, con el documento: El sistema/1. Y... ¡Zasca! Justo en ese punto, me encuentro, en un libro de diciembre de 1989 (hace ahora casi 19 años) una premonición, exacta, de la ominosa-desvergonzante-globalizada realidad financiera, a la que, estupefactos (por decirlo de alguna manera), estamos asistiendo. Os hago copia de lo que leo...

El sistema/1

Los funcionarios no funcionan.

Los políticos hablan pero no dicen.

Los votantes votan pero no eligen.

Lo medios de información desinforman.

Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.

Los jueces condenan a las víctimas.

Los militares están en guerra contra sus compatriotas.

Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.

Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.

Es más libre el dinero que la gente.

La gente está al servicio de las cosas.


Para trascender al sistema, habitemos el inalienable derecho de soñar.

Gracias mil, Eduardo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Anuncio de talento, sin talento


La edición de esta fotografía, que anuncia un forum mundial sobre el talento, no tiene ni chispa de talento.
¿A ver si observas por qué?

Evaluación del desempeño: principios de partida.


Acabo de realizar, para una importante empresa de distribución, una propuesta de acompañamiento en la implementación de su proceso de Evaluación del Desempeño. Antes de detallar mi propuesta, siento la necesidad de fijar unos principios de partida, a modo de compromiso de referencia, de declaración y de posicionamiento acerca de mi visión de lo que vamos a trabajar. Una vez finalizada esa declaración, siento que describe paradigmáticamente aquello que hace tiempo que quiero decir al respecto. Comparto con vosotr@s esos principios, por si pudieran seros de utilidad.

Partimos de la idea de acompañaros en el proceso de implantación de la Evaluación del Desempeño en vuestra organización. Lo visualizamos como un proceso vivo, co-construido por todos los agentes que intervienen en él, dinámico y participativo. Abierto a la innovación y a la transformación. Un proceso en el que el protagonismo sea compartido por todos los intervinientes. Un proceso de crecimiento, auto-transformador y transformacional. Un proceso desarrollador de la conciencia, generador de mejoras esenciales, personales, profesionales y organizacionales.

Partimos de la idea de que nosotros no conocemos todas las soluciones. Ni tenemos todos los saberes, ni sabemos las verdades. Ponemos a disposición del proceso nuestro conocimiento, nuestra experiencia y nuestra entrega. Adoptamos un rol de facilitadores y de vehiculizadores, dejando el protagonismo a los agentes intervinientes de la organización. Nos declaramos aprendices y diseñadores de escenarios donde todos podamos aprender. Nos ubicamos, como el propio proceso manifiesta, en una dinámica de acción-reflexión-acción, invitando a la participación y a la generación conjunta del conocimiento, la sabiduría, la metodología y la conciencia necesaria para alcanzar nuestro reto…
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